Vidas Únicas
“Cuando uno alcanza unas metas hacen falta nuevas ideas para que nunca se detenga el crecimiento y desarrollo del hombre”
Cuando camina por los pasillos fríos del nuevo hospital, en donde aún huele a cemento fresco y a plástico nuevo, el doctor Valentín González no puede ocultar la emoción de ver realizado el sueño suyo y de su padre.
Pero para llegar a ello, primero hay que contar su historia. Y su historia no puede contarse sin vincularla con las transformaciones que dieron paso a la fundación del municipio de Florida. “Mi hermano y yo nos criamos en el municipio de Florida, el más joven de Puerto Rico. Vivimos un movimiento social para independizar el pueblo de Barceloneta. Fue un proceso interesante y lo menciono porque nos formó en muchos sentidos”, relata el médico especializado en cirugía vascular.
Los hermanos crecieron viendo a su padre, Leonardo Valentín Tirado, participar en la vida social y cultural de Florida, cuando aún era un barrio de Barceloneta, y de ahí heredaron el orgullo de ser florideños. “En 1966 mi padre fundó el centro cultural de Florida, antes de que fuera municipio. En ese momento, Barceloneta no contaba con un centro cultural así es que fue un movimiento que nos empezó a distinguir”, recuerda.
El centro cultural estaba ubicado en la escuela, de la cual Valentín Tirado era director. La escuela de Florida, el único edificio público de envergadura antes de ser municipio, estaba frente a la plaza y la iglesia católica, y se quemó el último día de las fiestas patronales de 1966, meses después de que se hubiese inaugurado. Era el 26 de septiembre de 1966, precisa con la mirada perdida, como si aún pudiera ver las llamas consumiendo el sueño de su padre. “Sin embargo, yo vi en esa experiencia, probablemente, la lección más grande de mi vida. Mi papá hizo lo que nos había enseñado de palabra, que uno tenía que sobreponerse a las circunstancias y que la vida continúa”.
El mismo maestro que rechazó un ascenso a superintendente auxiliar por no abandonar su comunidad durante la restauración de la escuela inculcó en sus hijos una filosofía basada en metas. “Siempre nos ponía en perspectiva la importancia de pensar en algo más grande, de las ideas no alcanzadas para el crecimiento del hombre. Que cuando uno alcanza unas metas hacen falta nuevas ideas para que nunca se detenga el crecimiento y desarrollo del hombre”, reflexiona.
Para darles el ejemplo, luego de la restauración de la escuela y alcanzar un puesto en las oficinas centrales del Departamento de Educación, en 1969 el padre partió a República Dominicana para terminar los estudios de medicina que había comenzado en España antes de comenzar la familia. “Ya nosotros éramos adolescentes y él siempre tenía la preocupación de poder estar a nuestro lado para ayudarnos en esa etapa”, recuerda.
De ahí surgió el sueño de fundar un hospital en el que pudiera trabajar junto a sus dos hijos. El mes pasado, los hermanos Valentín González alcanzaron esa meta al completar la construcción del Professional Hospital Doctor Leonardo Valentín Tirado, en honor a su fenecido padre. La institución ubicada en Guaynabo, se especializa en problemas circulatorios y cirugía vascular.
Leonardo Valentín González se graduó con honores del programa de premédica en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (UPR) y luego fue un estudiante sobresaliente en el Recinto de Ciencias Médicas de la misma institución. Tras terminar los cinco años de residencia en cirugía general, se trasladó a Washington University en St. Louis, donde laboró en el Barnes Hospital, para entrenarse en cirugía vascular. La riqueza de la experiencia clínica que adquirió en dicha institución le permitió regresar a Puerto Rico decidido a trabajar con pacientes de diabetes que sufren problemas circulatorios.
“Puerto Rico tiene la incidencia de diabetes más grande del mundo. Así es que en cierta manera estábamos en la capital de los problemas vasculares a causa de la diabetes”, expresa el galeno. El problema, explica, es que la diabetes es una condición que tapa las arterias, mayormente de las rodillas para abajo, y tiene una alta incidencia de gangrena. “Un paciente diabético que desarrolla gangrena tiene siete veces más riesgo de terminar en amputación que un paciente no diabético”, puntualiza.
“Cuando regresé a la escuela de medicina de Puerto Rico como catedrático asociado empecé a ver más de cerca nuestros problemas de circulación, y una de las cosas que pude darme cuenta era que en la Isla no había un centro dedicado al cuidado de estas condiciones”, resalta Valentín González.
Ahí comenzó una travesía que lo llevó del Centro Médico y a la práctica privada y poco a poco fue adquiriendo reconocimiento por sus exitosos procedimientos para salvar extremidades con poca circulación en personas diabéticas.
Hoy ya tiene su hospital soñado. Ahora evalúa la posibilidad de que la institución sirva para entrenar residentes de cirugía. Así lograría ser maestro y doctor, igual que su progenitor. “Muchos consejeros financieros me dijeron que si hubiera hecho unos ‘walk ups’ ya hubiera recuperado mi inversión, pero ese no era mi objetivo”, concluye.