Por: Zenaida Ramos Ramos
Las arterias, las arteriolas, los capilares, las vénulas y las venas forman los vasos sanguíneos de nuestro cuerpo. La sangre que proviene del corazón llega a otras partes del cuerpo mediante las arterias.
“Las arterias —que son fuertes, flexibles y elásticas— transportan la sangre desde el corazón y soportan las mayores presiones. Debido a su elasticidad, las arterias se contraen (retroceso) pasivamente cuando el corazón se relaja entre latidos y así ayudan a mantener la presión arterial”, se informa en el Manual Merck de Información Médica para el Hogar.
En las piernas se encuentran varios tipos de arterias: la ilíaca, femoral, poplítea, tibial y dorsal del pie. Una de las enfermedades que pueden padecer las personas con diabetes es la estrechez en las arterias de las piernas. Esta puede causar síntomas leves como dolor al caminar (claudicación intermitente) hasta síntomas más severos como la gangrena, informa el cirujano periferovascular Wilmer Valentín.
La gangrena, infección que causa temor en todos, “no es otra cosa que una descripción para muerte de tejido. Por tanto puedes tener desde una úlcera gangrenosa hasta un dedo gangrenado. Un pie gangrenado o una pierna gangrenada”, indica el doctor Valentín.
El galeno explica que hay dos tipos de gangrena: uno infeccioso que ocurre solamente en pacientes diabéticos; “puede desarrollar una gangrena infecciosa, lo que se llama húmeda. La gangrena húmeda progresa bien rápido”.
El otro tipo es la gangrena de falta de circulación que progresa bien lento. “Usualmente, el paciente desarrolla una ulcerita en la punta del dedo. Semanas después se le gangrena el dedo; semanas después otro dedo del lado; semanas después la mitad del pie. Nos da un tiempo a nosotros de evaluarlo; aun cuando un paciente llega con una gangrena no quiere decir que hay que correr a amputarle la pierna. Quiere decir que hay que evaluar, dónde están las obstrucciones, qué tipo de procedimiento podemos hacer para aumentar el flujo sanguíneo, que llegue más sangre a la pierna”, dice el médico, quien lleva 19 años practicando la cirugía periferovascular y actualmente, practica junto a su hermano, el doctor Leonardo Valentín, en Manatí.
Los diabéticos están más expuestos a padecer de gangrena comparados con la población sin diabetes. “Uno de los problemas que tienen esos pacientes es que desarrollan la aterosclerosis como parte de la patología de la diabetes. Cuando tienes diabetes hay un montón de desórdenes metabólicos en el cuerpo que van a afectar la pared de los vasos sanguíneos y al afectar la pared de los vasos sanguíneos, el cuerpo se defiende de una manera desorganizada y muchas veces esto trae lesiones ateroscleróticas que con el paso del tiempo van aumentando de tamaño y van tapando la circulación. Además, estos pacientes diabéticos, como parte de su trastorno metabólico, tienen diferentes problemas de lípido (grasa) —colesterol y triglicéridos— que añaden al problema”, señala el cirujano.
Para evitar la amputación de una de las piernas de las personas con diabetes, el doctor Valentín expresa que se debe administrar un tratamiento continuo “desde tratar la glicemia en ese paciente, evitar que desarrolle la enfermedad y que se vaya agravando la enfermedad. A ese paciente lo primero que hay que hacerle son estudios no invasivos. Luego de eso hay que hacerle estudios invasivos; de arteriografías. Es un mapa. Pintamos las arterias para saber qué conductos están abiertos y qué conductos están cerrados. Cuando determinamos eso, en ocasiones, podemos dilatar las arterias que están tapadas o que están estrechas. Cuando son muchas las arterias que están tapadas o estrechas, sería prácticamente imposible dilatarlas. Establecemos un conducto nuevo por donde la sangre pase. Lo establecemos tomando prestada una vena del paciente y convirtiéndola en arteria; ‘arterializándola’. Con este conducto nuevo llega sangre al área donde estaba isquémica o falta de sangre y el cuerpo mismo empieza a sanar”.